lunes, 28 de marzo de 2011

LOS FUSILAMIENTOS DEL TRES DE MAYO (GOYA)

Se trata de una pintura del pintor aragonés Francisco Goya y Lucientes. Se encuentra en el museo del Prado de Madrid. El cuadro fue pintado en 1814, seis años más tarde que los acontecimientos que relata, se cree que fue pintado con el fin de conmemorar episodios del levantamiento español en la época de la invasión francesa.

La pintura esta realizada sobre un lienzo utilizando la técnica del óleo, el movimiento artístico imperante en estos momentos es el Neoclasicismo, Realismo o el Romanticismo, Goya siguió por unos derroteros muy personales por lo que la obra no se vincula a un movimiento artístico concreto.

La composición se divide en dos partes fundamentales; la primera a la izquierda, la compone un grupo de civiles, en distintas posturas; unos se tapan los ojos, otros yacen muertos en el suelo, otro rezando, otro con los brazos extendidos. Esta parte muestra a los héroes anónimos según tres actitudes distintas: las personas muertas, las atemorizadas y el que expresa su valor mirando a la cara a sus verdugos. La parte de la derecha la forman un grupo de soldados que apuntan con sus fusiles a los civiles que tienen delante. Evidentemente en la parte izquierda se centra el drama, tiene importancia sobre todo el hombre de la camisa blanca, que no tiene miedo a morir por aquello que cree justo, por sus ideales. Muchos autores han establecido una relación entre este hombre y Jesucristo. En el lado de los civiles se encuentra la montaña del Príncipe Pío, al fondo se aprecia una arquitectura perteneciente a la ciudad de Madrid y la negra noche donde se desarrolla la acción cubre el resto de la composición.

Goya utiliza en este cuadro una paleta principalmente oscura, donde predominan la gama de los negros, color de la muerte por excelencia, con importantes mezclas de colores relacionados con la gama del verde. La otra familia cromática la forman los ocres y marrones. Sin olvidar el blanco de la camisa del hombre con los brazos abiertos que supone un gran contraste con el resto de la paleta, en su mayoría oscuros, y que atrae la mirada del espectador. Podríamos decir de esta composición que sigue un “crescendo” cromático que va desde el blanco de la camisa del civil hasta el negro de las vestimentas de los soldados.

Con su cielo oscuro y su lúgubre paleta, cuya monotonía solo se rompe con el blanco del farol que refleja su luz en la victima del centro, en sus pantalones amarillos y en rojo de la sangre derramada, ofrece una morbosa situación de la muerte.

Estilísticamente no podemos olvidar aquí el peso del tenebrismo. Si tuviéramos que incluir esta pintura dentro de un género, la incluiríamos dentro de la pintura histórica.

La obra pertenecía a una serie de formada por cuatro pinturas más y de las cuales solo conservamos dos: el Dos de mayo y el Tres de mayo. Los cuadros que faltan se cree que representan el levantamiento del palacio real y la defensa del parque de la artillería.

Se cree que otras pinturas pudieron servir de inspiración para que Goya creara este cuadro como pueden ser “La masacre de Boston” un grabado de Paul Revere, de donde Goya pudo recoger la imagen del pelotón de fusilamiento, “A las once de la noche el tres de Junio” grabado de Francisco Jordán donde un grupo de soldados entierran cadáveres de soldados españoles y que podría corresponderse con la extraña luz del cuadro de Goya, “La rendición de Breda” de Velázquez, por la posición de los fusiles franceses.

Goya pretende subrayar la barbarie de la guerra y la tiranía moderna, para lo que establece un contraste entre las pasiones humanas de las víctimas y la eficacia deshumanizadora del pelotón que dispara. Con su cielo oscuro y su lúgubre paleta, cuya monotonía sólo se rompe con el blanco farol que refleja su luz en la víctima del centro, en sus pantalones amarillos y en el rojo de su sangre derramada, ofreciendo una morbosa situación de la muerte. No es tampoco casual que aparezcan representados en este cuadro los distintos estamentos de la sociedad, que no quedan a salvo de la llegada del maligno (identificado con el ejército invasor).
Esta obra no pasó sin pena ni gloria a la Historia del Arte, ya que no sólo simbolizó para muchos el coraje y la lucha del español ante las incursiones ajenas, también supuso un importante manantial de inspiración para pintores de la talla de Manet, con su “Fusilamiento del emperador de México”, o “El fusilamiento de Corea” de Picasso (1950), donde una vez más se vuelve a evidenciar la influencia de Goya.

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