jueves, 28 de octubre de 2010

SAN CLEMENTE DE TAHULL (VISTA INTERIOR ÁBSIDE)

SAN CLEMENTE DE TAHULL (PANTOCRÁTOR)



La obra que comentamos se trata de una pintura al fresco realizada sobre el muro, concretamente el ábside central de la iglesia románica de San Clemente de Tahull, situada en el Valle del Bohí (Lérida). Pintada en el siglo XII sabemos que la iglesia fue consagrada en 1123 aunque nos es desconocido su autor.

La escena representada, de claro contenido religioso, aparece claramente diferencia en dos partes que se corresponden con dos elementos arquitectónicos. Así sobre el cascarón del cuarto de esfera se representa el tema principal consistente en la visión apocalíptica de Cristo conocida como Pantocrátor flanqueado por dos ángeles mientras a sus pies aparecen dentro de medallones el tetramorfos o representación de los cuatro evangelistas. Ya en el muro aparecen representado dentro de una arquitectura fingida de arcos y columnas la Virgen acompañada de cinco Apóstoles.

Como hemos mencionado el tema principal lo constituye el Pantocrátor, siendo de un tamaño considerablemente mayor al resto de las figuras representadas. Aparece representado Cristo sentado dentro de la mandorla o almendra mística o representación del universo. Coronado por un nimbo cruciforme y vestido con una túnica gris y un manto azul, adopta la actitud de bendecir con la mano derecha mientras en la izquierda sostiene un libro en el que se puede leer la frase "Ego sum lux mundi" ("Yo soy la luz del mundo"). A ambos lados, dentro de la mandorla aparecen la primera y última letra del alfabeto griego, alfa y omega, en una nueva alusión a que Cristo es principio y fin de todas las cosas. Bajos los pies de Cristo, dentro de medallones como ya hemos mencionado aparecen el tetramorfos (el águila de San Juan, el león de San Marcos, el toro de San Lucas y el ángel de San Mateo). En el muro la Virgen sostiene un cáliz del que se observa que salen rayos y que simboliza la sangre derramada por Cristo.

Respeto a la técnica pictórica domina en toda la composición el dibujo a base de líneas gruesas que definen las diferentes formas mientras que los colores se aplican planos, sin gradación de manera que para las sombras se aplican líneas paralelas de un color más oscuro. Igualmente toda la pintura carece de perspectiva de manera que el fondo sobre el que se sitúa Cristo aparece dividido en tres franjas horizontales negro, amarillo y azul representando el firmamento, la tierra y el mar. Los rostros son inexpresivos de grandes ojos almendrados y en un intento de darles volumen, el pintor le ha aplicado unos círculos rojos en las mejillas. Se observa la jerarquía de los personajes según su importancia, Cristo aparece en lugar central y de mayor tamaño que los otros.

Las figuras del muro inferior aparecen yuxtapuestas, hieráticas y mirando al frente sin existir comunicación alguna entre ellas.

Domina todo el conjunto la grandiosidad intemporal y hay una clara simbología en la distribución de los temas de manera que la bóveda representa el universo en el que reina Cristo (el pantocrátor) mientras que los apóstoles y la Virgen simbolizan la Iglesia mientras que el nexo de unión entre ambos serían los evangelios donde queda constancia escrita de la labor redentora de Cristo.

Hay que ver por lo tanto en esta obra no un mero interés decorativo sino una clara intencionalidad didáctica y aleccionadora sobre los fieles.

Como conclusión, hoy día esta pintura se encuentra, como otras que fueron extraídas para su mejor conservación, en el Museo de Arte nacional de Cataluña y se trata de una de las mejores obras pictóricas del románico español.

SAN CLEMENTE DE TAHULL (DETALLE EXTERIOR)

SAN CLEMENTE DE TAHULL (ÁBSIDE Y CAMPANARIO)

Edificio del SI-XII, es de planta basilical con tres naves, un ábside y dos absidiolos, más una torre campanario exenta situada en la fachada meridional hacia oriente, muy cerca de los ábsides. Las naves convergen ligeramente hacia la cabecera. La estructura del edificio es rústica, con la piedra de los muros sin tallar (sillarejo).

Los muros no tienen ventanas, siendo sus únicos vanos las dos puertas, la meridional y la occidental (más la que da acceso a la torre). Sólo se abren huecos en la cabecera. La construcción de la cubierta es muy primitiva y rústica.

Las naves están divididas por tres columnas cada una. Carecen de ventanas al exterior. Las columnas son cilíndricas, hechas de piedras amalgamadas. Algunas salen directamente desde el suelo mientras que otras se asientan sobre una basa muy simple. En la parte superior están adornadas con un collarín de esquinillas (las esquinas del ladrillo se usan de decoración), típica decoración lombarda, sobre todo de exteriores. Estas columnas carecen de capiteles y en su lugar están rematadas con ábacos muy sencillos sobre los que se asientan los arcos. Sobre los arcos se eleva el muro que tiene la suficiente altura para dar lugar a las dos vertientes del tejado.

La cabecera está compuesta por un ábside central y dos laterales más pequeños (absidiolos). En este caso se ha empleado la bóveda. En las arquerías y ventanas se observa una mejor y más cuidada labor de piedra tallada.

Al exterior los muros no tienen ornamentación alguna y solo se ven interrumpidos por los vanos de las puertas. En los ábsides se aplica una decoración lombarda muy simple y armoniosa bandas lombardas). El ábside central está decorado por grupos de cuatro arquillos ciegos, dobles, separados por medias columnas. Sobre ellos corre un friso de esquinillas como el que se ha visto en algunas de las columnas del interior. El tramo central tiene una ventana y sobre los laterales hay sendos vanos en forma de ojo de buey. Los absidiolos también llevan la misma decoración lombarda, pero con grupos de tres arcos ciegos en lugar de cuatro. Tienen una ventana cada uno.

La torre campanario es cuadrada y está exenta, aunque edificada muy cerca del grueso del edificio, en el ángulo del muro sur junto a la cabecera. Es alta y esbelta como todas las torres lombardas levantadas en el valle de Boí. Corresponde al grupo de torres contemporáneas de las italianas edificadas en el siglo XII, que se construyeron mucho más elegantes que las de la etapa anterior.

Consta de cinco pisos asentados sobre un zócalo macizo bastante alto. En las cuatro caras de cada piso se repite la misma decoración y distinto número de ventanas. En el zócalo hay una sola ventana más los cinco arquillos ciegos. En los restantes pisos varía el número de ventanas, separadas por columnillas cuyos capiteles en forma de zapata están dispuestos perpendicularmente al muro de la torre. Los tres últimos pisos llevan a manera de imposta una decoración de esquinillas como la de los ábsides. En el friso superior hay incrustaciones de cerámica y colorido distinto de la piedra. Todas las torres del valle de Boí siguen el canon (o proporción de medidas) de los minaretes, que consiste en que la altura es igual al perímetro. En el cuarto piso de la torre hay una pequeña campana

SANCLEMENTE DE TAHULL (PLANTA)

SANTIAGO COMPOSTELA (INTERIOR: NAVE CENTRAL)


El edificio consta de una planta en cruz latina de tres naves de una longitud de unos cien metros con un crucero también de tres naves y de cerca de setenta metros de longitud. La altura en la nave central es de veintidós metros en todo su recorrido y alcanza los treinta y dos de máximo en la bóveda del crucero. El cimborrio sobre trompas, situado sobre el centro del transepto, es gótico y sustituye el antiguo de estilo románico.

Cerca del altar mayor, la girola está compuesta por diversas capillas románicas absidales, la central de planta cuadrada, y también tiene dos absidiolos en cada uno de los brazos del crucero cubiertos con bóveda de cuarto de esfera. Sobre las naves laterales se encuentra una tribuna (características de las iglesias de peregrinación) con cubierta de cuarto de cañón y balcón de ventanales de doble arquería (ventanas geminadas) separadas de la nave central por pilares cruciformes con medias columnas adosadas que soportan los arcos formeros (arcos que separan la nave lateral de la central). La nave central se cubre con bóveda de cañón sobre arcos fajones y las laterales con bóvedas de arista. Los robustos contrafuertes exteriores refuerzan todo el sistema de cubiertas. El alzado de esta iglesia es elegante y monumental.

La iluminación proviene de las ventanas de los dos pisos de las naves laterales del período románico, en la capilla mayor son polilobuladas y las que corresponden a la girola son ojos de buey. La ornamentación interior se puede apreciar en los capiteles historiados de la parte del ábside y en los adornos vegetales de la galería.

La capilla mayor era románica en su origen pero fue reformada durante el barroco Cuenta en la entrada con púlpitos renacentistas a ambos lados con escenas de la vida del Apóstol. Un baldaquino del siglo XVII sostenido por ángeles y un camarín barroco, dentro del camarín una imagen de Santiago sedente de piedra policromada del siglo XIII vestido como peregrino con una esclavina de plata adornada con gran pedrería.

Bajo el camarín está el sepulcro de Santiago y sus dos discípulos, san Atanasio y san Teodoro. Por temor a las frecuentes incursiones de piratas ingleses, las reliquias fueron trasladadas y escondidas en el suelo del ábside. Con el tiempo a fines del S.XIX se decidió recuperar las reliquias y se realizaron diversas excavaciones hasta encontrar una urna que contenía huesos en la zona del ábside. Se realizaron reformas en la cripta para mostrar las reliquias en una nueva urna de plata cincelada de estilo románico con la imagen central de Maiestas Domini dentro de una mandorla rodeado por el tetramorfos y los Apóstoles a ambos lados.

La capilla del Salvador es la capilla que está situada en el centro de la girola y es por donde se comenzó la construcción de la catedral románica en el siglo XI por el maestro Bernardo el Viejo, como demuestran las inscripciones en dos de los capiteles del arco de la entrada en la capilla, uno con la representación del rey Alfonso VI y otro dos ángeles portadores de una banda donde se puede leer:

REGNANTE PRINCIPE ADEFONSO CONSTRVCTVM OPVS

Reinando el príncipe Alfonso se hizo esta obra.

y el otro, que representa al obispo Diego Peláez, con la inscripción que sostienen los ángeles que reza:

TEMPORE PRESVLIS DIDACI INCEPTVM HOC OPVS FVIT

En tiempo del prelado Diego se comenzó esta obra.

En esta capilla se encuentra un retablo en mármol policromado de estilo plateresco cuyo comitente fue el arzobispo Alonso Fonseca y Ulloa, a principios del siglo XVI. Contiene este retablo las imágenes del Salvador, de la Madre de Dios con el Niño y de Santiago peregrino.

SANTIAGO COMPOSTELA (EXTERIOR BARROCO: OBRADOIRO)

SANTIAGO DE COMPOSTELA (CRUCERO Y BOTAFUMEIRO)

SANTIAGO COMPOSTELA (INTERIOR: TRIBUNA)

miércoles, 27 de octubre de 2010

PLANTA SANTIAGO DE COMPOSTELA


Iglesia primitiva

El año 813 ocho siglos después de la muerte del Apóstol Santiago, un ermitaño llamado Pelayo, junto con otros fieles, vio unas luces en las proximidades de un lugar conocido por el nombre de Solovio, el “Campus Stellae”, y lo comunicó a Teodomiro, obispo de Iría Flavia, (actualmente Padrón). Después de unos días de ayuno, el obispo y sus acompañantes fueron al lugar y descubrieron entre los matorrales un monumento hecho de losas de mármol, y no tuvieron ninguna duda de que se tratara del sepulcro del Apóstol y de sus dos discípulos Atanasio y Teodoro. El obispo comunicó el hallazgo al rey de Asturias Alfonso II el Casto, que viajó con su corte al lugar y otorgó las tierras cercanas al sepulcro al obispo, y mandó construir una pequeña iglesia.

La iglesia que mandó construir Alfonso II respetó la antigua celda del sepulcro, se derrocaron las columnas y se construyó un muro cerca del arca marmórea en forma de nave con un pequeño ábside y finalmente se cubrió todo con una techumbre de madera.

Iglesia prerrománica

Durante el reinado de Alfonso III, ante el número creciente de peregrinos y las pequeñas dimensiones de la iglesia, se decidió la construcción de otra edificación más amplia que la anterior. Se realizó con una planta de tres naves, quedando íntegramente en su presbiterio la antigua iglesia. No se tocaron las sepulturas de Santiago y sus discípulos, en la cabecera central se colocó un altar dedicado a San Salvador y en los absidiolos laterales a la derecha se situó el altar de san Pedro y a la izquierda el de san Juan. La consagración, con gran ostentación, tuvo lugar en mayo del año 899 con la asistencia de «la familia real, 17 obispos, 14 nobles y otras personalidades». En un libro de pergamino de la catedral se conserva la escritura de donación por parte del rey Alfonso III de Asturias.

En verano del 997 Santiago de Compostela fue atacada por Almanzor, el Hayib del califa de Córdoba, Almanzor y sus huestes musulmanas quemaron el templo prerrománico dedicado a Santiago, respetando el sepulcro. Eso permitió la continuidad del Camino de Santiago. Hacia el año 1000 se volvió a reconstruir por el obispo Pedro de Mezonzo.

Iglesia románica

El templo del siglo X también resultó insuficiente para atender las numerosas peregrinaciones que acudían a Santiago de Compostela. Bajo el impulso del rey Alfonso VI el Bravo y del obispo Diego Peláez se iniciaron las obras de una gran catedral románica en el año 1075, a cargo de los maestros de obra Bernardo el Viejo y su ayudante Galperinus Robertus con medio centenar de canteros, según el Codex Calixtinus. El obispo Diego Peláez fue destituido en 1088, parándose las obras por algún tiempo.

Cinco años más tarde las obras estaban en marcha, impulsadas por el recién nombrado administrador de la diócesis, Diego Gelmírez. En 1101 abandona la ciudad de Compostela el maestro Esteban dejando completadas las capillas del deambulatorio e iniciadas las obras de la fachada de las Platerías. Desde este momento se continuaron con regularidad los trabajos, y durante las dos primeras décadas del siglo XII se remataron los trabajos de los brazos del crucero, hasta la colocación de la última piedra, que, si atendemos las indicaciones del Codex Calixtinus, tuvo lugar en el año 1122. Diego Gelmírez, nombrado obispo en 1100 y primer arzobispo de Compostela en 1120, fue la figura más importante en la tarea de impulsar la actividad constructora en Santiago. Aunque hubo diversas paradas durante su construcción, la gran cantidad de limosnas conseguidas hizo posible su vuelta al culto. En el año 1140 ya se habían cubierto seis tramos de las naves, y el maestro Mateo se hizo cargo de la dirección de obras en 1168 cuando inició el pórtico de la Gloria y, aunque continuaron las obras hasta buena parte del siglo XIII, se consagró definitivamente la catedral el año 1211.