viernes, 4 de marzo de 2011

BALDAQUINO DE SAN PEDRO DEL VATICANO (BERNINI)

Esta imagen representa el Baldaquino de San Pedro Vaticano. Su autor es Bernini que contó con la ayuda de su padre y con la de Borromini, obedece a la estética barroca. El Baldaquino se localiza en la Basílica de San Pedro del Vaticano en Roma. El encargo fue hecho por el papa Urbano VIII.

El Baldaquino está realizado con placas de bronce sobredorado combinando elementos escultóricos y arquitectónicos, se trata de un enorme dosel concebido como un palio que cubre la tumba del apóstol San Pedro y se sitúa debajo de la cúpula renacentista de Miguel Ángel. Esta es una estructura a medio camino entre la arquitectura y la escultura sostenida por cuatro colosales columnas salomónicas de 14 m de altura, decoradas en fuste capitel, entablamento y el pedestal en el que reposan. El Baldaquino posee una altura total de 29 metros. Estas columnas están asentadas sobre pedestales y se inspiran en el templo de Salomón, de ahí la denominación de salomónicas, con lo que se quiere transmitir la continuidad del cristianismo. Sobre los entablamentos podemos ver decoración de soles y abejas, un símbolo de la familia Barberini a la cual pertenecía el papa que lo encargó. Bernini, aunque siempre se muestra clasicista, utiliza elementos barrocos adaptados a su nuevo estilo. Frente a la sobriedad renacentista, las líneas adquieren un carácter dinámico y efectos de sorpresa. El uso de orden gigante para las columnas es otro factor propio del barroco. Con esta estructura, Bernini imitaba los palios de las procesiones, sobre todo la de la canonización de Santa Isabel de Portugal.

Las columnas tienen capiteles compuestos y un entablamento cóncavo, disimulado con cabalgaduras que dan paso a cuatro volutas ascendentes unidas por un pequeño friso rematado por una bola del mundo y una cruz. Se trata de una obra entre escultura y arquitectura como hemos dicho anteriormente, que obedece al criterio artístico de Bernini, quien concebía la arquitectura desde postulados escultóricos y escenográficos.

La función de esta arquitectura es promover la devoción de los fieles y crear asombro, la maravilla y el encantamiento. Todo ello para crear un ambiente en el que el fiel se vea impresionado por lo magnífico de la obra.

Asimismo, el contraste del negro de la estructura, el dorado de la decoración y la blancura de la basílica, crea un gran efecto pictórico.

Lo realiza con una doble finalidad: por un lado que el altar no pierda su preferencia en las dimensiones colosales de la iglesia y por otro lado para llamar la atención sobre el elemento arquitectónico fundamental (la cúpula).

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