San Pedro de Moissac posee una de las portadas más espectaculares del románico, construida hacia el año 1115, se desconoce el autor de esta obra y se encuentra en Moissac, en el Languedoc (Francia). Esta escultura es un altorrelieve.
Este tímpano se representa uno de los temas preferidos del estilo, la visión del Apocalipsis, tal y como la tuvo San Juan Evangelista, descrita en la Biblia en el “Apocalipsis”, el último de sus libros. Los escultores que realizaron el tímpano muestran la terrible figura de Cristo coronado sentado en un trono, llevando en su mano izquierda un libro (la palabra de Dios) y bendiciendo con la derecha, es el Cristo Pantocrátor. Aparece rodeado de los tetramorfos, es decir, de los símbolos de los cuatro evangelistas: el león representa a San Marcos, el ángel a San Mateo, el águila a San Juan y el toro a San Lucas. Este tipo de iconografía es propia del románico.
Flanqueando a estos tetramorfos hay dos ángeles muy estilizados y de gran tamaño. Son figuras muy hieráticas, sin naturalismo pero abundan los pequeños detalles. Las figuras están en total rigidez y no presentan movimiento alguno. Son figuras frontales y aunque ahora carezcan de color, si estaban policromadas originalmente. El tema es religioso y didáctica, presenta la llegada de Cristo a la Tierra.
El tímpano es tan grande que un dintel de una piedra única era insuficiente para sostenerlo, de modo que se colocó una jamba central, un parteluz, en medio de la abertura de la puerta, a cuyo lado derecho se levanta una figura sorprendentemente bella de un profeta de largos cabellos, descalzo, llevando en las manos un rollo de escritura, identificado con Jeremías. El parteluz presenta una mordedura o festón al igual que las jambas que hay a cada lado de la puerta. Las arquivoltas y jambas están decoradas con motivos vegetales y geométricos, lo que concede todo el protagonismo al tímpano historiado. Las jambas presentan aristas, llamados pilares dentados. Presenta una fachada rehundida con tres arquivoltas, en la cual se puede observar un arco de medio punto levemente apuntado. No queda ni un lugar en el que no encontremos relieves, por lo que corresponde con el horror vacui, esto imprime cierto movimiento a la escena totalmente simétrica, en la que predomina la horizontalidad, pero si nos fijamos observamos que los personajes son totalmente inexpresivos en sus rostros.
Para continuar con el comentario señalaremos que la obra responde a las características románicas de las artes plásticas: son obras didácticas que ayudaban a los fieles a aprender la palabra de Dios a través de las imágenes de los relieves, las figuras presentan frontalidad, hieratismo y gran jerarquía entre los personajes (Cristo está en el lugar central y es de mayor tamaño, el resto de figuras se van empequeñeciendo conforme se alejan de Cristo por lo que también son menos importantes). Los relieves se sitúan en las portadas y en los capiteles; como se observa en esta existe un gran abocinamiento de la portada con sus arquivoltas y el característico perfil dentado.
Esta portada influyó en otras obras posteriores realizadas en Francia.
El conjunto transmite sensación de grandiosidad y destaca por el magnífico estado de conservación en el que se encuentra. La obra presenta el Apocalipsis, un tema muy frecuente en las portadas románicas. En el tímpano aparece Cristo, que viene a la Tierra a juzgar a los vivos y a los muertos. Los laterales de la portada refuerzan el mensaje, pues en ellos se recogen escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento y alegorías de los vicios que impedirán a algunos llegar al cielo.
2º COMENTARIO
Arquitectónicamente ofrece las características del modelo de portada románica. Alojada en el muro, las arquivoltas de medio punto con ligerísimo apuntamiento en sus claves, no presentan abocinamiento homogéneo decreciente, sino que se rehunden bruscamente, mediante una bóveda, quedando la puerta en un plano interior en donde tres arquivoltas cobijan el tímpano sobre dintel apoyado en pilares dentados que actúan de jambas (cuyas aristas dibujan cuatro óvalos) y parteluz.
La decoración cubre la superficie arquitectónica: es figurativa en tímpano, parteluz y jambas; las arquivoltas tienen temas vegetales y descansan sobre columnas y el dintel lleva rosetones geométricos abstractos. También aparecen relieves en los muros laterales de la bóveda, en bandas y en el interior de dos arcos ciegos abiertos en cada lado de dicho muro. Todo ello está realizado en piedra inicialmente policromada.
El tímpano es el lugar preferente de la portada y centra la atención del fiel. Las figuras del tímpano se ordenan conforme a una normativa conceptual: la simetría. Todo queda en el marco material y arquitectónico que lo contiene, intentando dejar la menor superficie vacía posible. Se cumplen así, con rigor, las dos leyes siempre presentes en la escultura románica: la adaptación al marco y el horror vacui.
La iconografía es propia del Románico: Pantócrator, Tetramorfos y Ancianos del Apocalipsis. Las figuras del Tetramorfos y arcángeles se ciñen lo más posible al Cristo. Todos los ancianos del tímpano han sido esculpidos en posturas similares, en un mismo impulso de adoración ante la aparición del Cristo en Gloria. Sus rostros se vuelven a Él. La unidad del tímpano se debe a esta variedad de movimientos y expresiones centrada en la persona de Cristo
En el centro del tímpano está Cristo rodeado del Tetramorfos (los cuatro evangelistas) y dos arcángeles alargadísimos llevando el rollo de las plegarias; ocupan todo el resto del tímpano las figuras de los veinticuatro ancianos del Apocalipsis colocados catorce en un registro continuo a los pies del Pantocrátor y los diez restantes en dos registros paralelos, conteniendo tres y dos cada uno, respectivamente. La fuente iconográfica del tímpano, está en las miniaturas mozárabes, que los anónimos escultores seguramente habrían visto en la biblioteca del monasterio. Hay que destacar la importancia e influencia del mundo mozárabe hispánico, en especial mediante la exportación de los manuscritos sobre la obra literaria de Beato de Liébana, profusamente ilustrados, que suministró al resto de Occidente la fórmula iconográfica para representar mediante imágenes los temas más terribles y herméticos de las Sagradas Escrituras: los del Apocalipsis.
En las jambas de la puerta se plasma: a la izquierda, Isaías (por ser uno de los cuatro videntes y profeta mayor que anunciaba el nacimiento de Cristo); a la derecha, San Pedro (porque fue piedra angular de la Iglesia y primer sucesor de Cristo en la tierra; además, era patrón de Cluny a la que pertenecía este monasterio). El pilar parteluz contiene las seis leonas de la Revelación. En los laterales de la portada hay una serie de bajorrelieves. Se cree que fueron realizados varias décadas después del tímpano, pues presentan diferencias de estilo en las formas corporales y los plegados. A la izquierda, escenas de la infancia de Jesús, a la derecha hay representaciones alegórico-didácticas de la avaricia y la lujuria.
En la plástica románica se aprecia una diferencia entre las figuras dominantes que ocupan la posición clave de la composición y que están tratadas de manera hierática y monumental y las figuras pequeñas situadas en espacios secundarios, tratadas con mayor realismo. De ahí el contraste entre el solemne hieratismo del colosal Pantocrátor (ejecutado en relieve plano y frontal) y la expresiva delicadeza gestual de los ancianos (realizados casi en bulto redondo).
¿Cómo valorar e interpretar la rigidez formal y la tosquedad del modelado? Se trata de «errores conscientes», pues el artista voluntariamente se aparta de la belleza real para captar la idea de las cosas. De ahí que no quepa la representación del volumen real de los cuerpos, se niegue el espacio tridimensional, así como el sentido de peso y masa. Recordemos que la función principal de la escultura románica no es la de decorar sino la de adoctrinar a un público analfabeto.
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