viernes, 25 de febrero de 2011

PLAZA DE SAN PEDRO DEL VATICANO (BERNINI)

La imagen a comentar es la plaza de San Pedro del Vaticano. Su autor es Gian Lorenzo Bernini, y este comenzó a construirla entre 1656 y 1667. Se encuentra en Roma, enfrente de la Basílica de San Pedro del Vaticano.

Partiendo de la fachada de la Basílica de San Pedro, Bernini planteó la construcción de una plaza cerrada, con dos brazos laterales y un tercero que la aislaba, creando un espacio diferenciado y recoleto. Tras este tercer brazo de la plaza se encontraba originalmente una manzana de casas, el Borgo Leonino, adaptándola así al contexto urbanístico. Este tercer brazo no se llegó a construir, quedando la plaza con un aspecto muy similar al actual.

La plaza de San Pedro se compone en realidad de dos plazas tangentes, una de forma trapezoidal y otra elíptica. La plaza trapezoidal se cierra hacia nuestro frente reduciendo ópticamente la fachada de la basílica realizada por Maderno y logrando que los espectadores situados en la plaza elíptica perciban la concepción original de la cúpula de Miguel Ángel.

La zona elíptica está rodeada por un pórtico de columnas y pilares de orden toscano rematado por una balaustrada en la que se colocan estatuas de santos y mártires. Esta zona se concibió como lugar de reunión de los fieles, mientras que los lados rectos facilitaban la visión de la fachada desde la que el Papa realizaba determinados actos.

Con la forma oval se conseguía que los brazos porticados envolvieran simbólicamente a los fieles, tal como desea hacer la Iglesia católica.

Al plantear su obra, Bernini tuvo que resolver distintos problemas. Por un lado, estaban los meramente topográficos, como los desniveles que tenía el terreno y, por otro, estaban los conceptuales.

Entre estos últimos se encontraba el hecho de que la plaza debía servir como antesala de la iglesia más importante de la cristiandad. Además, en esta plaza se celebrarían actos litúrgicos que requerían un espacio amplio que acogiera a numerosas personas, pero también que permitiera la visibilidad, para que los fieles pudieran ver al Papa cuando se asomaba a su balcón. Por último, la propia forma de la plaza debía manifestarla unión de la Iglesia con el pueblo, es decir, la unión de la basílica con la ciudad de Roma.

Bernini concibió la columnata para provocar sorpresa en el espectador, que, al llegar a la zona elíptica, se encontraba de súbito con la basílica de San Pedro.

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