Se trata de un relieve que se encuentra decorando uno de los machones de un pilar del claustro de Santo Domingo de Silos, Burgos. Construido entre 1085 y 1100 hay que atribuir su decoración escultórica, distribuida en los capiteles y pilares del claustro, en torno a la misma fecha por lo tanto perteneciente al arte Románico castellano-leonés.
Nos encontramos ante uno de los relieves que decoran los pilares de las esquinas del claustro. Realizado en piedra se trata de un bajo relieve de temática religiosa pues narra el momento en el que Jesús resucitado aparece entre los apóstoles para mostrar sus heridas ante Tomás quién, incrédulo, procede a introducir su mano dentro de la llaga del costado de Cristo.
La escena aparece enmarcada por un arco de medio punto sobre columnas situándose fuera edificios y músicos. En el interior de dicho arco aparecen tres filas de figuras con cinco, cuatro y cuatro respectivamente situadas, en un intento torpe de perspectiva, una sobre otra. Destaca la figura de mayor tamaño de Cristo, a quien también identificamos por su nimbo cruciforme. De modelado suave, la ropa aparece pegada al cuerpo y los pliegues apenas se insinúan con ligeras incisiones. Las figuras de los apóstoles y del mismo Cristo destacan por su hieratismo, frontalidad y ausencia de expresión en los rostros, dirigiendo los apóstoles su mirada hacia Cristo y Tomás que protagonizan la escena. En un intento de dotar de movimiento a las figuras, éstas adoptan la actitud convencional de cruzar las piernas situando los pies de puntilla.
Cabe igualmente comentar el nulo interés del escultor por la fidelidad del natural como puede observarse en el cuerpo semidesnudo de Cristo así como en el modelado del brazo que levanta para dejar visible el costado.
Nos encontramos ante una obra que reúne las características esenciales del románico. Estas características (hieratismo, frontalidad, ausencia de perspectiva, antinaturalismo e inexpresión) muestra la evolución que había seguido la escultura tras la desaparición del Imperio Romano, alejándose cada vez más de lo que había sido el clasicismo primando el interés narrativo y principalmente didáctico sobre la veracidad y realismo de la escena representada. Los pilares del claustro de Silos narran distintos pasajes de la muerte y resurrección de Cristo con una clara finalidad didáctica que llevase a meditar sobre la resurrección y la necesidad de la fe, de la que Tomás careció, para encontrar la salvación.
La escultura románica va a evolucionar a lo largo del siglo XI hacia un naturalismo cada vez mayor que se manifestará gradualmente en la expresión de vida cada vez mayor de las esculturas, el desarrollo de los plegados cada vez más voluminosos e independencia cada vez mayor de la escultura con respecto al marco arquitectónico como será visible en el conocido como "Pórtico de la Gloria" de la Catedral de Santiago de Compostela, obra casi un siglo posterior a la que hemos comentado.
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