viernes, 22 de octubre de 2010

LA FLAUTISTA. PALACIO REY LOBO









Se trata de una adaraja perteneciente a una cúpula de mocárabes datada en las segundas taifas (1147-1172), es una pintura al temple sobre estuco.

Fue descubierto en 1985 en la excavación arqueológica realizada en el antiguo refectorio del monasterio de Santa Clara la Real de Murcia. Se localizó en los niveles correspondientes al palacio de Ibn-Mardanish.

La cúpula de mocárabes estaba decorada de motivos vegetales, geométricos y figurados. Entre los últimos hay una representación femenina que toca un instrumento musical de viento. Su estado de conservación impide contemplarla en su totalidad. Por tal motivo no se puede precisar si estaba sentada o si formaba parte de una escena con más personajes. Del rostro se aprecian bien los ojos-grandes y almendrados-, la nariz y dos manchas redondas de color rojo que destacan expresivamente las mejillas. El cuello, el hombro derecho y la mano izquierda, con la que se sujeta el instrumento, son los otros rasgos anatómicos que se han conservado. Viste una túnica rojiza, de manga corta, cuyos pliegues han sido representados mediante trazos más oscuros.

En esta pintura se observan los trazos oscuros que perfilan el contorno del rostro, los colores aplicados sobre el estuco no crean volúmenes sino una pintura plana, un poco idealizada puesto que los redondeles nos hace identificarla con una fémina, la mano que sujeta el instrumento que tañe está descompensada en tamaño respecto a las dimensiones de la figura, la mirada viva de los ojos que no mira al espectador si no que desvía la mirada en otra dirección mientras coge delicadamente el mízmar, se podría relacionar con la pintura románica contemporánea que destaca por desarrollar una pintura plana, sin volumen ni perspectiva, así como reflejar unos rostros enmarcados por trazos negros y con mofletes que recuerdan que interesa más el fondo que la forma, interesa lo que se quiere transmitir y no el aspecto físico de la figura representada en el caso del Pantocrátor de San Clemente de Tahull, si bien difiere de él por sus formas dulces y delicadas.

No es extraño que el emir Ibn Mardanis utilizara en su palacio los viejos temas iconográficos que expresaban el poder del soberano mediante escenas festivas, en las que se mezclan músicos (flautistas y tañedores de laúd), bebedores y personajes sentados “a la turca” con una vara o un bastón. En su palacio campestre de Monteagudo se ha identificado otra representación del poder del soberano consistente en un puño que sujeta un tallo, clara alusión a su generosidad. Estas escenas están dentro de un ciclo temático musulmán arraigado por todo el Oriente musulmán: en un palacio omeya aparece un flautista con un tañedor de laúd. El instrumento representado debió de estar muy arraigado en Al-Andalus y aún hoy sigue empleándose en el Norte de África; se trata del mizmar y está compuesto por un tubo cilíndrico con lengüeta, terminado en campana cónica, con seis u ocho perforaciones y suele contar con un cordel o cadeneta sujeto al disco de la boquilla y a la campana. El Corán contraviene la representación figurativa en los edificios religiosos, sin embargo no en edificios civiles como palacios, aparecen pinturas con figuras humanas o figuras animales; en la Alhambra de Granada con el Patio de los Leones o Medina Azahara en Córdoba tenemos ejemplos que lo atestiguan.

ADARAJA:

Una adaraja es una piedra o ladrillo superpuesto que se pone en el muro, destinado a servir de trabazón y puede referirse a:

  • Cada uno de los dentellones que se forman en la interrupción lateral de un muro para su trabazón al proseguirlo.
  • Cada una de las piedras salientes que se dejan en la parte superior de un muro o pared para que formen el arranque de un arco o bóveda. Asimismo se dejan adarajas en los vanos de las paredes de ladrillo para que agarre el yeso con que se hacen los ángulos entrantes de las esquinas.
  • La punta saliente que deja alternativamente en los artesonados de estilo morisco de los techos de alfarjes y forma principalmente la vid de los racimos.
  • Cada uno de los elementos que componen una decoración de mocárabes.

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